Nuevo modelo debe ser:
Positivo. Ser hombre
debe ser algo deseable para los niños y los adolescentes. Este nuevo modelo de
masculinidad debe ocupar el centro del imaginario social de lo que es un hombre
de verdad.
Completo. Debe incluir la energía, la fuerza, la asertividad,
la potencia... pero también la ternura, el cuidado, las emociones y los
sentimientos. Debe poder realizarse en el ámbito público o externo, así como
también en el doméstico o personal, sin que ninguna de estas dos opciones
parezca poco viril, ni un premio de segunda categoría. Igualitario. Debe
incorporar una mirada empática que le lleve a relacionarse igualitariamente con
las mujeres y con cualquier alteridad (racial, cultural, religiosa, de
orientación sexual...). Debe haber incorporado las diferencias como
enriquecimientos personales y no como marcas que indican estratos sociales
inferiores.
La capacidad de
mantener una opinión sin agresividad.
No-violento. Debemos
transmitir la idea que la violencia es el arma de los fracasados.
La violencia debe perder su legitimidad social y debe verse
como la prueba fehaciente de una derrota, de algo indigno de cualquier ser
humano, algo que humilla y degrada a quien la utiliza. Ventajas de una
Masculinidad Completa o Igualitaria. Este nuevo modelo de masculinidad, si
fuese compartido en el ideario general de la sociedad, comportaría una serie de
cambios ventajosos que debemos perseguir.
Uno de los fundamentales sería que descendería gran parte de
las tensiones violentas actuales, de los conflictos sociales latentes, aunque
obviamente continuarían abiertos los conflictos que tuviesen relación con otros
temas: pobreza, mala redistribución de la riqueza, abismo cultural, etc. Por
otra parte, la percepción subjetiva de la vida de muchos varones –y por
supuesto, de las mujeres que viven en contacto con los mismos cambiarias
enormemente, sería más rica, más profunda, con mayor volumen y más placer
gracias al abordaje de los campos emocionales hasta ahora vetados a los hombres
machistas.
En un intento de plasmar algunos de estos beneficios ofrezco
aquí una primera lista. Me parece fundamental recuperar la idea clásica del
movimiento masculino igualitario de que el cambio nos interesa a toda la
población, también a los hombres. Una nueva masculinidad igualitaria mejoraría las
relaciones con la inmigración, las minorías religiosas, la diversidad política,
la orientación sexual no mayoritaria, las minorías culturales, las personas con
capacidades intelectuales o físicas no estándares... porque la diversidad no
pondría en duda su valor, ni su hombría, puesto que ésta no se basaría en la
supremacía social. Aumentaría el compromiso con la paternidad consciente y
compartida, disminuiría la paternidad distanciada y se gozaría de la educación
de las hijas y los hijos como una etapa placentera de la propia vida,
participándose activamente en su cuidado y educación.
Las tareas educativas, emocionales, de cuidado de los demás
y de corresponsabilidad en el mantenimiento del hogar se mantendrían en los
matrimonios y parejas estables con una mayor equidad. Los hombres completos
podrían expresar libremente sus sentimientos, de este modo disminuirían las
explosiones de rabia y violencia que son hijas de la ocultación de las propias
emociones. La empatía sería posible a partir del reconocimiento de las propias
emociones (muchas de ellas ignoradas hasta el momento) y el reconocimiento de
los sentimientos de las demás personas. También liberaría a los hombres de la
obligación de tener que ser los máximos sostenedores y proveedores de su núcleo
familiar, con lo que no sería necesario mantener –aunque se haga de forma
inconsciente- la discriminación laboral femenina, ni su éxito en el mundo del
trabajo. Posiblemente también disminuiría la competitividad enfermiza que
conlleva grandes costes sanitarios: estrés, depresión, infartos, abuso de
sustancias estimulantes... Posiblemente aumentase la esperanza de vida
masculina y disminuiría la tendencia a la masculinización de los hábitos
laborales femeninos y liberaría a las mujeres de la “obligación” de tener una
doble jornada. Liberaría a los hombres de la necesidad de examinarse cada vez
que se van a la cama con alguien y abriría la puerta a una sexualidad donde lo
importante fuese la calidad y no la cantidad. Obviamente, disminuiría el
racismo, la homofobia, la violencia de género, las conductas de riesgo, gran
parte del incivismo violento y muchas otras conductas violentas que buscan
demostrar la superioridad de una tipología de hombre que, para hacerlo,
necesita subyugar a otras personas, a las que no encajan con su modelo de
masculinidad. Quizás, incluso, fuese posible abordar los conflictos
internacionales con otra lógica más completa, más inclusiva y menos basada en
el dominio y en amenaza militar, económica o de cualquier tipo. Aunque,
lógicamente, esta posibilidad está todavía muy lejana.
taller de descodificacion biologica bioneuroemocion un nuevo hombre
maht tezcacuautli 525537868278