lunes, 28 de diciembre de 2015

sanar el karma familiar



nuestros pensamientos, palabras y acciones graban invariablemente una impresión en las profundas capas de la octava conciencia. Es lo que denomina "karma". Por lo tanto, la octava conciencia recibe a veces el nombre de "depósito del karma", es decir, el lugar donde se almacenan las semillas kármicas. Esas semillas, o energía latente, pueden ser positivas o negativas; la octava conciencia permanece neutral e igualmente receptiva de todo lo que se graba como impresión en el karma. La energía se manifiesta cuando las condiciones son propicias. Las causas positivas latentes pueden tornarse manifiestas tanto en la forma de efectos beneficiosos en la propia vida como en funciones sicológicas positivas, por ejemplo, la confianza, la no violencia, el autocontrol, la misericordia y la sabiduría. Las causas negativas latentes se presentan a veces como diversas formas de ilusión engañosa y comportamiento destructivo, y pueden ser motivo de sufrimiento para nosotros y para los demás.
Si bien la imagen de un depósito puede resultar útil, la de un impetuoso torrente de energía kármica puede acercarse más a la realidad. Esa energía está en constante movimiento y les da forma a nuestra vida y experiencias. Los pensamientos y acciones resultantes que generamos ingresan entonces en ese torrente kármico. La calidad del flujo kármico es lo que hace de cada uno de nosotros un ser diferente, un yo único. Ese torrente de energía está en constante cambio, pero, tal como sucede con un río, mantiene su identidad y consistencia, incluso a través de sucesivos ciclos de vida y de muerte. Es ese aspecto de fluidez, esa falta de fijación, lo que abre la posibilidad de transformar el contenido de la octava conciencia. Por esa razón, el karma, bien entendido, es diferente de un destino inalterable o inevitable.
Se trata, por lo tanto, de cómo incrementamos el balance del karma positivo. Esa es la base de diversas formas dentro de la práctica budista que buscan imprimir causas positivas en la vida. Sin embargo, cuando uno queda atrapado en un ciclo de causas y efectos negativos, es difícil no grabar nuevas causas negativas; es entonces cuando debemos considerar el nivel más fundamental de la conciencia, el noveno, o conciencia amala.
Dicha conciencia se puede definir como la vida del cosmos; se la denomina también la "conciencia fundamentalmente pura". Absolutamente libre de la contaminación del karma, esta conciencia representa nuestro yo verdadero y eterno.  hacer surgir directamente la energía de esa conciencia –la naturaleza iluminada del Buda– y purifica los demás niveles, más superficiales. El gran poder de la novena conciencia, que emana desde lo más profundo, transforma incluso el karma negativo más profundamente arraigado en la octava conciencia.
Dado que la octava conciencia trasciende los límites del individuo se fusiona con la energía latente de su familia, con su grupo étnico y también, con el de los animales y las plantas, un cambio positivo en esa energía kármica se convierte en el engranaje para el cambio en la vida de los demás.
Todos hemos nacido en el seno de una familia, bien sea una familia biológica, una familia de adopción o una familia de evolución, en cualquier caso todos nos identificamos con una familia. Que nos guste o no importa poco aquí. Está presente en nuestras vidas y en ella hemos ido evolucionando. Nos ha trasmitido sus valores y creencias y en el caso de la familia biológica, nos ha trasmitido la herencia genética de su linaje.  Muchas personas viven conflictos tremendos con su familia. El árbol Genealógico de las emociones y de las creencias de la familia, ayuda a percibir el dolor que hay tras el sufrimiento o el conflicto.
El árbol genealógico, es un enfoque muy eficaz que lleva a la persona a comprender fácilmente que puede elegir entre aferrarse a su historia familiar o "soltar amarras" y vivir su propia vida. Al hacer el árbol genealógico, descubre  lo que se oculta tras la historia familiar, aunque como es natural también entra en juego la propia historia personal, la que uno trae cuando se encarna. También hay que descifrar esta por supuesto, para que no quede detalle alguno por conocer. 
!Son tantas cosas que proceden del inconsciente colectivo familiar!
Cada persona decide como vivirá y como morirá, y ese plano, que lleva en la cabeza adonde fuera, denominamos script. Su conducta trivial puede decidirla por la razón, pero sus decisiones importantes ya están tomadas, con que tipo de persona se casará, cuantos hijos tendrá, en que tipo de cama morirá, y quien estará consigo cuando muera. Eric Berne Por qué mi familia no consigue prosperar por más que trabaje duro? Por qué mi familia y mis parientes se suicidan o intentan el suicidio? Por qué toda mi familia toma antidepresivos? Por qué los casamientos de mis abuelos, padres, hermanos (as), terminan en separación? Estas y otras quejas son las más comunes de pacientes que vienen a mi consultorio para liberarse del karma familiar. La palabra Karma es derivada do sánscrito Kri, que significa acción o hacer. Etimológicamente, esta palabra (karma o carma) quiere decir los efectos de las acciones, y metafísicamente significa el efecto provocado por nuestras acciones anteriores, esto es, de otras vidas. De acuerdo con las milenarias escrituras hindúes, Karma es la ley que equilibra la causa y el efecto, de la acción y la reacción, de la siembra y la cosecha. Por tanto, a través de nuestros pensamientos y acciones, modelamos nuestro destino. En otras palabras: nosotros cosechamos inevitablemente lo que plantamos en el pasado (ley de la siembra). Buda decía que la rueda kármica de la vida ­ rueda de samsara ­ genera sufrimiento, pues el círculo vicioso de los mismos errores cometidos por el ser humano en sucesivas encarnaciones hace que él no consiga liberarse, salir de la rueda. Siendo así, es un destructivo Script, guión de vida, que en sucesivas encarnaciones, muchas familias vienen repitiendo. En suma, los miembros de la familia no consiguen reescribir sus vidas, cambiándolas. Vea, como ejemplo, el caso del destino de los Kennedy, donde los miembros del clan murieron asesinados (John Kennedy, presidente de los EUA, y su hermano, el senador Bob Kennedy); en accidentes aéreos (el abuelo y el hijo de John Kennedy), o sufrieron accidentes graves (el senador Ted Kennedy, otro hermano del presidente, fue víctima de un accidente grave de automóvil, en el cual su secretaria lo vio fallecer, y su sobrino tuvo que amputarse una pierna al accidentarse cuando estaba esquiando). Por tanto, el karma familiar de algunos de los Kennedy fue terminar su vida en tragedia. Ya en otras familias, el karma es de locura, en que los miembros son acometidos por algún tipo de disturbio psiquiátrico. Atendí un paciente, cuya historia familiar ­desde su bisabuelo paterno hasta los bisnietos­ era de esquizofrenia. Por eso, la TRE busca adoptar con los pacientes la máxima secular de Cristo "Conoceréis la verdad y la verdad os liberará" para que puedan liberarse de la rueda kármica familiar. En esta terapia, los miembros de la familia toman conciencia ­a través de sus respectivos mentores espirituales­ de los errores cometidos por ellos en vidas pasadas. Es el caso, por ejemplo, de un paciente que vino con su hermano ­su familia estaba constituida por los padres y cinco hijos­ para entender por que no prosperaban financieramente. Cuando los dos hermanos pasaron por la regresión de memoria, sus mentores espirituales les mostraron la causa de la    frustración financiera familiar: en una vida pasada, ellos saquearon, robaron y mataron a los habitantes de un poblado. Sus mentores espirituales aconsejaron a toda la familia hacer la oración del perdón de corazón para que sus perseguidores espirituales ­cuyas vidas fueron cortadas por esta familia en la encarnación pasada­ se liberen de las sombras. Después de ayudarlos a ir para la Luz, todos los miembros de la familia comenzaron a prosperar, consiguiendo, de esa forma, reescribir sus vidas, cambiando el karma familiar que los llevó a la frustración financiera. Caso Clínico:
 KARMA FAMILIAR Vino a mi consultorio una joven de 23 años; quería respuestas, pues sentía que si no resolvía su vida sería lo mismo que lo de su madre. La paciente así me relató: , vivo con mis padres y una hermana de 25 años; tenemos una buena convivencia, trabajamos, y el único que no trabaja es mi padre, por cuenta de un accidente de auto que lo dejó inválido, luego que yo nací. Hasta aquí Ud. me puede decir que mi vida es normal; en tanto, yo y mi hermana ­cuando estábamos firmes en nuestras relaciones afectivas­, perdimos los novios en accidentes de auto. Era cuando faltaba un mes para el casamiento. Mi novio perdió la vida al colisionar su carro con un camión cuando estaba viniendo a mi casa para conocer a mis padres. Mi madre le confesó a mi hermana que ella también había perdido un novio antes de conocer a mi padre, y él, a pesar de no haber muerto, prácticamente hoy lleva una vida vegetativa, pues no sabe quienes somos y no habla con mi mamá. Ella se hizo cargo de él como si fuera una criatura. No quiero creer que estamos maldecidas, como dice mi abuela, madre de mi papá! No se, Dr. Osvaldo, siento a mi madre un poco confusa, veo miedo en los ojos de ella cuando nosotras estamos noviando, mi hermana está depresiva, no quiere salir de casa; yo quiero ayudarla y también ayudarme, quiero entender, me quedo preguntando como hacer para que nadie más sufra... Será que yo y mi hermana tendremos el mismo fin de mi madre? Será que tenemos una 'maldición'? No si, estoy muy confundida. Después del relato de la paciente, sugerí que no sólo ella, sino que también su hermana, ambas, hiciesen el tratamiento: una conmigo y la otra con otro terapeuta, Joshua. Marcamos la primera sesión ya para el día siguiente y, para nuestro espanto, las dos retrataron el mismo contenido en las sesiones de regresión. O sea, al bajar las escaleras (recurso técnico que siempre utilizamos en esta terapia para que el paciente pueda profundizar en su relajación), las dos vieron mujeres con vestimentas negras de la cabeza a los pies, con capucha. Eran mujeres bonitas, hechiceras, y ellas creían que los hombres sólo servían para la reproducción; por eso los mataban y algunos de sus órganos ­como el corazón­ eran comidos por ellas. Muchos hombres se enamoraron de ellas llegando a dejar todo, inclusive sus familias, para seguirlas; sin embargo, cuando los tenían en sus manos, después del acto sexual, los mataban. En esta sesión, aparecieron también los mentores espirituales de cada una, que las llevaron para otro lugar (sombras) donde vieron algunos de los hombres que ellas habían matado: había odio y revuelta en los ojos de ellos; ellos dijeron que ellas (las hermanas) no tendrían paz, y que cualquier hombre con que ellas tuviesen una relación más seria, moriría. Descubrieron también que la madre de ellas de la vida actual era una de aquellas mujeres hechiceras de la vida pretérita. Ella era la líder del grupo. Los mentores de las dos pidieron que ellas diesen continuidad en el tratamiento otro día y dieran 10 días para que hicieran juntas con la madre la oración del perdón para aquellos seres que estaban en las sombras, sus perseguidores espirituales. Después de los 10 días, las hermanas volvieron para la segunda sesión de regresión: yo me quedé con una paciente y Joshua con la otra hermana y en ese día, la madre vino para acompañarlas. La misma historia se repitió con las dos, o sea, ambas tuvieron el mismo contenido de la primera sesión de regresión. Después de oír el relato de una de las hijas de lo que hicieron en la vida pasada, la madre arrepentida se arrodilló en mi sala, llorando copiosamente, y pidió perdón ,
  a los perseguidores espirituales para que las hijas fuesen perdonadas, ya que con ella no había como revertir, pero que con las hijas fuese diferente, pues eran buenas personas y estaban allí también para pedir perdón. Emocionados, comenzamos a orar bajito y, entonces, uno de aquellos seres dijo que todos se irían, que las dejarían en paz, pues realmente sentían sinceridad en el perdón; pero, pidió para que las dos hermanas adoptasen un niño con algún problema de enfermedad para sentir lo que ellas hicieron con ellos, así como con sus familiares. Así, quedó concertado con esos seres perseguidores, que ellos no sacarían más las vidas de sus eventuales parejas, pero que ellas tendrían que adoptar un niño. 
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